Publicado originalmente en Toroto
Autor: Alejandro León Aguilar
![bordo de piedra, medida de conservación de la naturaleza para la infiltración del agua al subsuelo, medida de conservación de la naturaleza para prevenir la erosión del suelo, actividades de conservación de la naturaleza,](https://static.wixstatic.com/media/811b69_75e8813fa5084c6aaedeec9d4e45c583~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_533,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_75e8813fa5084c6aaedeec9d4e45c583~mv2.jpg)
Como bien sabemos, actividades humanas como la agricultura, la ganadería y el consumo de combustibles fósiles, entre muchas otras, ocasionan el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. ¿Y qué hacen estos gases y por qué pareciera que todos estamos hablando de ellos? Su presencia incrementada en la atmósfera genera un desbalance en nuestro planeta conocido como forzamiento radiativo. Este fenómeno, aunque suene muy extravagante, se puede definir fácilmente, ya que sólo implica la diferencia entre la energía del sol absorbida por la Tierra y la energía que es irradiada de vuelta al espacio. En términos llanos, el incremento de la concentración de GEI provoca el incremento de la temperatura en la Tierra, conocido como calentamiento global. Éste, a su vez, ocasiona graves y acelerados cambios en el clima, que dañan a la naturaleza y por lo tanto al ser humano. A esto se le conoce como cambio climático.
Estos dos términos, calentamiento global y cambio climático, son comúnmente utilizados como sinónimos, pero ¿realmente lo son? En realidad, no. Como se menciona en el párrafo anterior, el calentamiento global hace referencia al calentamiento a largo plazo de la superficie terrestre ocasionado por actividades humanas al incrementar la concentración de GEI en la atmósfera. Por otro lado, el cambio climático se refiere a cambios en los patrones climáticos en la Tierra, los cuales pueden ser naturales (como los periodos glaciares e interglaciares) o inducidos por los humanos. Dichos patrones definen los climas locales, regionales y globales. Éstos se reflejan en una amplia variedad de efectos como huracanes, ciclones, otros fenómenos meteorológicos, aumento del nivel del mar, sequías, olas de calor, inundaciones, entre otras situaciones. Más aún, como consecuencia de su amplia variedad, el cambio climático también abarca diversas dimensiones que van más allá de la natural, siendo la económica, social, política y ética igualmente relevantes y urgentes de atender.
El cambio climático llegó para quedarse y representa una problemática muy compleja de enfrentar y resolver. Diversos estudios científicos confirman que incluso si detenemos la emisión de GEI por completo, la temperatura de la Tierra tardaría de cientos a miles de años en regresar a su estado pre-industrial (Zickfeld et al, 2013) lo cual continuará afectando ecosistemas y sociedades por igual. Los efectos del cambio climático son claros y sus consecuencias son inevitables. Los hábitats para muchas de las formas de vida que habitan la Tierra, entre ellas el ser humano, están cambiando a ritmos acelerados y muchas especies no lograrán adaptarse a tiempo. Esto está ocasionando extinciones masivas en todo el planeta y migraciones humanas de dimensiones nunca antes vistas, que a su vez exacerban el problema, al ser la interacción naturaleza-sociedad una de índole cíclica. Es por esto que vivimos en un estado de emergencia. Desafortunadamente, a pesar de la creciente concientización alrededor de esta urgente crisis, las emisiones han seguido en aumento. Es urgente desarrollar y adoptar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.
¿Qué queremos decir con mitigación y adaptación? La mitigación se refiere a la reducción del impacto del cambio climático a través de la disminución y captura de las emisiones de GEI. Esto puede llevarse a cabo de distintas maneras, como al incrementar la participación de energías renovables en la producción de energía o demás soluciones tecnológicas; o con el incremento de depósitos de carbono, reforestando bosques, selvas, pastizales o mangle, restaurando ecosistemas enteros, protegiéndolos y previniendo su degradación, así como un sinfín más de soluciones basadas en la naturaleza. Esto último es importante ya que nos da una herramienta que permite compensar las emisiones de industrias que son difíciles de descarbonizar, como la industria de la aviación, por ejemplo, o simplemente compensar las emisiones que no podemos reducir. El éxito de las medidas de mitigación se puede medir con un conteo metodológico de la concentración de carbono en la atmósfera, lo cual permite calcular la cantidad de emisiones totales anualmente y compararlas con las de años anteriores (Morecroft et al, 2019).
La adaptación, por otro lado, se refiere a la adecuación de modelos actuales para lidiar con los efectos del cambio climático ya presentes. Esto involucra riesgos y oportunidades para reducir la vulnerabilidad, y gestionar los cambios inevitables dentro de sociedades y ecosistemas, por lo tanto, la adaptación es más compleja de medir ya que involucra medidas sociales y ambientales. En términos de conservación de biodiversidad se han identificado tres enfoques: restauración ecológica, intervención directa para reducir la vulnerabilidad de especies y ecosistemas, y el ajuste de la gestión ambiental y sus objetivos, es decir, cambiar la manera en la que los recursos naturales se administran y los objetivos de dicha gestión (Idem, 2019). Para abordar la dimensión social, en cambio, se habla de adaptación basada en ecosistemas (AbE) que involucra el uso de la biodiversidad para ayudar a la gente a adaptarse al cambio climático. Un ejemplo de esto es involucrar a poblaciones indígenas u originarias en el manejo de los recursos naturales a contraposición de aislarlos y enajenarlos de éstos, como ha sido una práctica históricamente común.
Es importante resaltar que con el fin de desarrollar estrategias que logren combinar efectivamente el desarrollo sostenible con la adaptación y mitigación al cambio climático, éstas deben aplicarse en contextos locales, concentradas en la vulnerabilidad específica de las comunidades presentes (Laukkonen et al, 2009). Es por eso que, la implementación de soluciones basadas en la naturaleza tiene un valor particular, ya que tiene la capacidad de integrar adaptación y mitigación, con beneficios para la humanidad y para la biodiversidad.
Sin embargo –a pesar de abordar el mismo problema– estos dos conceptos, mitigación y adaptación, no siempre van de la mano, y esto se debe, en parte, a que en general la mitigación tiende a ser proactiva mientras que la adaptación es reactiva. Por lo tanto, aplicar los dos al mismo tiempo es un reto que bajo una mala implementación puede ser contraproducente. Por ejemplo, los programas de reforestación pueden traer grandes beneficios en términos de mitigación, adaptación y biodiversidad, pero si estos no se diseñan adecuadamente y se plantan árboles en lugares donde previamente no había bosques, ambas, captura de carbono y biodiversidad, pueden ser impactadas negativamente, lo cual exacerbaría los efectos del cambio climático (Bastin et al, 2019).
La batalla contra el cambio climático es una cuesta larga y debe llevarse a cabo desde diferentes frentes, por lo que decidimos enlistar nueve medidas para mitigar y adaptarnos al cambio climático que van más allá de la arena científica natural, pues la necesidad de involucrar lo social y económico para resolver esta problemática, es inminente (Iberdrola, 2021).
El cambio más importante es ideológico.
1. Usar energías renovables y promover la eficiencia energética. De acuerdo con el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) el 75% de las emisiones de CO2 ocasionadas por el ser humano son consecuencia del uso de combustibles fósiles. Incluso con los rápidos avances tecnológicos en la industria energética, aún es imposible prescindir de los combustibles fósiles del todo, pero disminuir su consumo al mínimo al optar por energías renovables aminoraría la cantidad de emisiones considerablemente. Utilizar celdas solares térmicas o fotovoltaicas es una manera de contribuir; hacer más eficientes algunos aparatos eléctricos, también es parte de la solución. De manera general, si eres una empresa que consume energía, reducir y compensar tus emisiones de Alcance tipo 2 siempre será una buena práctica en pro del ambiente.
![Filas de paneles solares en un campo, vista aérea, energías renovables, celdas solares fotovoltáicas, energía solar,](https://static.wixstatic.com/media/811b69_aef7f0ffaef54eb2aa2bb8a81817dd58~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_600,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_aef7f0ffaef54eb2aa2bb8a81817dd58~mv2.jpg)
2. Regular el uso de combustibles fósiles y las emisiones de CO2. Con la constante construcción de un mercado de carbono estable y regulado, una buena práctica es asegurarnos que aquellas industrias responsables de emitir GEI a la atmósfera realmente paguen por el daño que están ocasionando, o aún mejor, encuentren la forma de reducir la gran mayoría de sus emisiones, y aquellas que no puedan ser reducidas, entonces ser mitigadas. Tanto el mercado regulado como el voluntario deberían de gestionarse de forma más rigurosa y transparente, de tal manera que evitemos a toda costa el greenwashing o nombrar falsos logros climáticos.
![Fábrica con chimenea humeante sobre ciudad, emisiones de gases de efecto invernadero, huella de carbono, industria pesada](https://static.wixstatic.com/media/811b69_115731a99b07400bbbb1174ed17a2130~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_533,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_115731a99b07400bbbb1174ed17a2130~mv2.jpg)
3. Reforestar y restaurar ecosistemas. Restaurar bosques y humedales; pastizales y sabanas, o en realidad, cualquier tipo de vegetación, permite y promueve que los procesos naturales corran sus flujos para que continúen provisionando los servicios ecosistémicos de los cuales todos dependemos. Reforestar con especies nativas de la región es una buena práctica que suma a la resiliencia del ecosistema; restaurar ecosistemas a través de soluciones basadas en la naturaleza, como por ejemplo, soluciones para prevenir la erosión del suelo o regenerar la capa orgánica, son esenciales para la recuperación y el cuidado a largo plazo.
![presa de gavión para prevenir la erosión del suelo y promover la infiltración de agua en el subsuelo, actividades de conservación de la naturaleza](https://static.wixstatic.com/media/811b69_bfa436dc180343548e13d0aa8b88f5e2~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_533,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_bfa436dc180343548e13d0aa8b88f5e2~mv2.jpg)
Presa de gavión elaborada dentro de un proyecto que Toroto implementó con la finalidad de retener el suelo.
Foto: Fernanda De Icaza.
4. Promover sistemas alimentarios alternativos. Adoptar sistemas agrícolas alternativos a la agroindustria, abandonando los monocultivos e insumos externos, y creando sistemas que sean más resilientes y adaptables al cambio climático es indispensable para asegurar la seguridad alimentaria global. Los monocultivos impactan directamente a la biodiversidad, por ejemplo, el uso de aceite de palma ocasiona que cientos de miles de hectáreas de selva rica en biodiversidad sean deforestados y reemplazados por una sola especie; asimismo, recuperar variedades locales suma a la conservación de la agrobiodiversidad –así como a sus polinizadores– y los saberes culturales detrás de cada alimento. Otra buena práctica es realizar manejo integral de plagas, propiciando la presencia justa y necesaria de cada organismo en el agroecosistema (La Canne y Lundgren, 2018).
![Calabacines verdes y blancos en una huerta, vegetarianismo, veganismo, patrones de consumo,](https://static.wixstatic.com/media/811b69_aa367edbdcee4011a83b2a339d943d03~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_600,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_aa367edbdcee4011a83b2a339d943d03~mv2.jpg)
5. Investigar y financiar soluciones innovadoras para prevenir y gestionar catástrofes naturales. Contribuir a la investigación científica puede ayudar a aminorar el efecto negativo de catástrofes naturales inevitables. Por ejemplo, el Natural Capital Project es una organización que ha desarrollado metodologías para incluir el valor de la naturaleza en la toma de decisiones. Una de estas metodologías consiste en utilizar indicadores de biodiversidad, así como mapas de uso y tipo de suelo, para determinar la calidad de los ecosistemas y hábitats para especies. Esto a su vez, sirve para determinar si los hábitats están en riesgo por factores externos y qué hacer para frenar o evitar su degradación. También existen investigaciones más teóricas, como el análisis del ciclo del carbono en el suelo, que ayudan a entender el funcionamiento de los ciclos biogeoquímicos, y por ende, el ciclaje natural de los nutrientes de los que dependemos. Todas estas investigaciones requieren de tiempo, dinero y colaboración intersectorial, pero son indispensables en nuestra lucha contra el cambio climático.
![Imagen satelital de un desierto con un río serpenteante de color verde oscuro, desertificación](https://static.wixstatic.com/media/811b69_84f5831925df471682781ecb6806437d~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_533,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_84f5831925df471682781ecb6806437d~mv2.jpg)
6. Promover la ecología industrial. Promover que la agricultura, pesca y ganadería –por sólo decir algunas de las industrias más contaminantes– se lleven a cabo bajo prácticas sostenibles, tomando en cuenta el metabolismo industrial, es decir, el flujo cíclico de los procesos industriales con énfasis en los desechos, y lo anterior de la mano de una dieta sostenible y un consumo responsable, es esencial para encaminarnos a gestionar una industria residuo cero. Exigir procesos más limpios y ajustar patrones de consumo individuales reduciría la cantidad de desechos tóxicos generados y apelaría a una conciencia colectiva cada vez más grande.
![Vacas de colores negro y marrón en un campo nublado, ganadería, agricultura, patrones de consumo, consumo de carne](https://static.wixstatic.com/media/811b69_4d261053146d4857ac1432ab49d145cd~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_533,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_4d261053146d4857ac1432ab49d145cd~mv2.jpg)
7. Construir de manera sostenible. Repensar nuestra manera de construir, aprovechando las oportunidades climáticas de cada región y los avances tecnológicos para disminuir la huella energética de cada construcción, nos llevará a tener una infraestructura más segura, cultural y regionalmente apropiada, y sostenible. Colocar celdas solares en edificios, baños secos, sistemas de captación de agua pluvial y muros de paja, son sólo algunas de las muchas ecotecnias existentes hoy en día.
![Edificio con balcones llenos de plantas verdes, vegetación, arquitectura sostenible, absorción de dioxido de carbono, arquitectura verde,](https://static.wixstatic.com/media/811b69_1a2c18b7bbdd448fab642a1dbd0791e1~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_1000,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_1a2c18b7bbdd448fab642a1dbd0791e1~mv2.jpg)
8. Promover el transporte público y la movilidad sostenible. Construir vías donde sea accesible y seguro transportarse en bicicleta, aumentar la cantidad de viajes en transporte público o viajar en autos compartidos, son maneras simples y directas para reducir la huella ambiental por persona. De igual forma, incidir en políticas públicas que promuevan el constante mejoramiento del transporte público en contraposición del privado es una forma importante de ejercer la ciudadanía y cuidar del planeta.
![movilidad sostenible, ciudades sostenibles, evita usar el auto y muévete en bicicleta](https://static.wixstatic.com/media/811b69_395b4a1c75a840edb5524bb716434082~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_554,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_395b4a1c75a840edb5524bb716434082~mv2.jpg)
9. Desarrollar planes de acción para emergencias climáticas. Las emergencias climáticas irán en aumento en los siguientes años; si nos preparamos adecuadamente para lidiar con ellas, podríamos salvar incontables vidas. Es importante que se determinen las áreas de mayor riesgo –haciendo un análisis que involucre conceptos de justicia climática– y que los países afectados desarrollen sistemas y planes de emergencia para prevenir o reaccionar ante dichas catástrofes. Por ejemplo, crear refugios para huracanes y proteger manglares, que a su vez protegen a las poblaciones costeras; regenerar el suelo, permitiendo la infiltración y no el deslave; protegiendo a especies polinizadoras que ayudan a la reproducción natural de especies vegetales o utilizar modelos para estimar la vulnerabilidad de comunidades a inundaciones.
![Manglares reflejados en agua tranquila. Troncos curvados y raíces enredadas bajo luz verde](https://static.wixstatic.com/media/811b69_cf86d1dc512f4458b9c73a69fba5c68e~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_533,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/811b69_cf86d1dc512f4458b9c73a69fba5c68e~mv2.jpg)
Estas son sólo algunas estrategias útiles para mitigar y adaptarnos a los efectos adversos del cambio climático y evitar que empeoren en un futuro, sin embargo, es necesario transformar nuestra relación con la naturaleza; debemos encontrar puntos de equilibrio entre el consumo de los recursos que necesitamos para satisfacer necesidades, y la conservación y protección de esos mismos recursos. Sin dudarlo, el cambio más importante es ideológico, acercando nuestra forma de vida a una más respetuosa con el ambiente, donde nos veamos como parte de un todo y no como un ente ajeno, superior y con el derecho a decidir sobre las demás formas de vida.
Afortunadamente, no estamos sólos en el camino, y este cambio está sucediendo. Existen muchas personas y empresas, entre ellas Toroto, interesadas en gestionarlo e impulsarlo, sin embargo, es importante recordar que una problemática de este nivel, necesita una respuesta de alcance. La unión y cooperación intersectorial son fenómenos indispensables para lograr un verdadero cambio. En la segunda parte de esta serie de dos artículos, hablaremos sobre las medidas que se están tomando a nivel mundial, su impacto y el pronóstico que nos deparan. Espérala.
Referencias
Bastin, J. F., Finegold, Y., Garcia, C., Mollicone, D., Rezende, M., Routh, D., Zohner, C. M., y Crowther, T. W. (2019). The global tree restoration potential. Science, 365(6448), 76–79. https://doi.org/10.1126/science.aax0848
Iberdrola. (2021). Adapting to climate change: what will the Earth look like in 2030? https://www.iberdrola.com/sustainability/climate-change-mitigation-and-adaptation
La Canne, CE y Lundgren JG. (2018). Regenerative agriculture: merging farming and natural resource conservation profitably. PeerJ 6:e4428 https://doi.org/10.7717/peerj.4428
Laukkonen, J., Blanco, P. K., Lenhart, J., Keiner, M., Cavric, B., y Kinuthia-Njenga, C. (2009). Combining climate change adaptation and mitigation measures at the local level. Habitat International, 33(3), 287–292. https://doi.org/10.1016/j.habitatint.2008.10.003
Morecroft, M. D., Duffield, S., Harley, M., Pearce-Higgins, J. W., Stevens, N., Watts, O., y Whitaker, J. (2019). Measuring the success of climate change adaptation and mitigation in terrestrial ecosystems. In Science (Vol. 366, Issue 6471). American Association for the Advancement of Science. https://doi.org/10.1126/science.aaw9256
Turner, P.A., Mach, K.J., Lobell, D.B. et al. (2018). The global overlap of bioenergy and carbon sequestration potential. Climatic Change 148, 1–10. https://doi.org/10.1007/s10584-018-2189-z
Watson, J.E.M., Evans, T., Venter, O. et al. (2018). The exceptional value of intact forest ecosystems. Nat Ecol Evol 2, 599–610. https://doi.org/10.1038/s41559-018-0490-x
Zickfeld, Kirsten, Michael Eby, Andrew J. Weaver, Kaitlin Alexander, Elisabeth Crespin, Neil R. Edwards, Alexey V. Eliseev, et al. (2013). “LongTerm Climate Change Commitment and Reversibility: An EMIC Intercomparison.” J. Climate 26, no. 16 (August 2013): 5782–5809. American Meteorological Society.
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